El siguiente artículo viene a razón de que Héctor Tarrío ha realizado hace poco el webinar de G-SE relacionado con la valoración del core y las ultimas investigaciones llevadas a cabo por Francisco Vera. Intentamos divulgar un artículo publicado en el 2012 por Guillermo Peña, JR Heredia y cia, el cual me parece super interesante para todos aquellos que están intentando evaluar el core de sus deportistas.

¿Que conocimientos existen hasta el momento acerca de la valoración del core?. Esto es muy necesario de cara comprobar el nivel estabilidad central del individuo (a nivel de salud o rendimiento) y también nos ayudará a saber si los programas de entrenamiento para esta región son los adecuados.  En primer lugar, decir que  la musculatura que otorga estabilidad al raquis está formada por distintas partes que de forma conjunta trabajan en sinergia. Además, a la hora de valorar esta estructura, debemos hacerlo desde el punto de vista de la fuerza, resistencia, capacidad propioceptiva, etc. Todo esto, hace que llevar a cabo una valoración de la forma más válida y fiable posible sea una tarea mucho más complicada de lo que parece.

A la hora de valorar los distintos componentes del core, contamos con:

1) La valoración isocinética, para medir la fuerza y la potencia muscular.

2) La valoración isométrica, para medir la fuerza y/o resistencia muscular

3) La valoración isoinercial, para medir indirectamente la potencia, la resistencia o la fuerza muscular.

Nosotros nos vamos a centrar en los métodos de valoración isométrica e isoinercial, ya que son mucho menos complejos y costosos en comparación con la valoración isocinética (requiere de instrumental avanzado).

Dicho esto, vamos  a ver algunos métodos de valoración de los diferentes componentes (fuerza y resistencia) del core, centrándonos en aquellos más sencillos y accesibles dentro de lo que cabe.

LA VALORACIÓN DE LA FUERZA CENTRAL

Con respecto a la valoración del componente de la fuerza, decir que el material utilizado sigue siendo poco accesible y familiar para los técnicos y entrenadores de campo.

A la hora de valorar la fuerza central contamos con diferentes instrumentos y test. Vamos a pasar por alto los dinamómetros isocinéticos, material muy costoso y utilizado únicamente en el ámbito clínico. Por tanto, en primer lugar, podemos citar el registro isométrico, se mide por medio de un dinamómetro de mano o sensor de fuerza (fijado previamente). A partir de aquí podemos registrar la fuerza isométrica de todos los movimientos del raquis y la cadera, realizando contracciones máximas estáticas mantenidas unos segundos. Estos valores se deben regular con el peso corporal del individuo valorado. Decir que el problema de este tipo de valoración es que sólo permite registrar un determinado ángulo del rango de movimiento.

Por otro lado, contamos con la valoración isoinercial, mediante el uso de ejercicios dinámicos con nuestro propio peso corporal. Estos permiten medir tanto la fuerza como la resistencia muscular, por tanto lo veremos más en profundidad en el siguiente apartado.

LA VALORACIÓN DE LA RESISTENCIA MUSCULAR CENTRAL

Uno de los test de tipo dinámico isoinercial más comunes y sencillos de realizar, es el sit-up o flexión completa de tronco desde decúbito supino (clásico “crunch” abdominal). Para llevarla a cabo, colocados “boca-arriba”con las rodillas flexionadas a 90º, las caderas flexionadas aproximadamente a 45º, los pies sujetos en el suelo por el evaluador a la anchura de la cadera, y los dedos de las manos entrelazados por detrás del cuello. Realizamos el máximo número de repeticiones del ejercicio a un ritmo constante y en un tiempo dado (pueden ser 30 o 60 segundos), sin que las manos o la cabeza toquen el suelo en ningún momento (sólo las escápulas). Una repetición será considera como válida cuando el sujeto flexione el tronco de manera que este toque con sus muslos.

Debido a que este movimiento es considerado bastante lesivo (la musculatura flexora del tronco puede generar demasiadas fuerzas de cizalla y compresivas para los discos intervertebrales y la región lumbar), la “National Stregth and Conditioning Association” ha modificado sus recomendaciones para valorar la resistencia muscular abdominal mediante un test de curl-up parcial o encogimiento de tronco, como vemos en la imagen.

Con respecto a este test, decir que al tratarse de una única acción articular del tronco (flexión), no representa verdaderamente una valoración global de la estabilidad central, ya que no interviene toda la musculatura del core.

A parte de este test isoinercial, existen otros test isométricos, donde el sujeto evaluado debe mantener una posición del tronco sin apoyo y estáticamente por un periodo de tiempo habitualmente máximo.  La idea de estos test parte desde la perspectiva de ver la región abdominal como estabilizadora (su principal función) más que para generar movimiento (test isoinercial).

El test más utilizado para medir la estabilidad del core en el componente de resistencia, es el protocolo de McGuill. Consiste en una batería de test (isométricos) cuya fiabilidad ha sido demostrada y no requiere de material especializado

A continuación describimos los distintos test que constituyen el protocolo de valoración propuesto por McGuill:

Test modificado de Biering-Sorensen (activa extensores del tronco, el longísimo y el multífido): El sujeto debe tumbarse en decúbito prono con el tren inferior sujeto a la camilla por los tobillos, rodillas y caderas y el tren superior extendido y suspendido sobre el borde de la camilla. La superficie del banco o camilla debe estar aproximadamente a 25 cm. de la superficie del suelo. Al comienzo del test los brazos deben estar cruzados por delante del pecho, y el tronco perfectamente horizontal/paralelo al suelo. El test se da por finalizado cuando el sujeto contacta con cualquier parte del tren superior en el suelo.

Test de puente lateral derecho e izquierdo (cuadrado lumbar y oblicuos): el sujeto se coloca en decúbito lateral apoyando el peso corporal sobre uno de los codos y sobre la extremidad inferior del mismo lado. La extremidad inferior que no está en contacto con el suelo queda apoyada sobre la otra extremidad inferior, y ambas totalmente extendidas. El brazo contrario al que se apoya en el suelo queda flexionado por delante del tronco y contactando con la mano el hombro opuesto. El test concluye cuando el sujeto no sea capaz de mantener la postura derecha y la cadera caiga hacia el suelo o sea flexionada.

Test de resistencia de flexores del tronco (recto abdominal): el sujeto se posiciona sentado con 60º de flexión del tronco respecto al suelo, las caderas y las rodillas flexionadas a 90º, y los pies fijados al suelo por correas o por el propio evaluador. Para la determinación de la angulación de la flexión del tronco el autor utilizó una escuadra de madera de 60º que era retirada de la espalda del sujeto al comenzar el test. Los brazos deben estar cruzados por delante del pecho y en contacto con los hombros opuestos. Cualquier cambio en la angulación del tronco, las caderas o rodillas obliga a dar por finalizado el test.

Cada uno de los tests es puntuado individualmente por el tiempo máximo en segundos mantenido isométricamente, pudiéndose hacer un sumatorio final total

Otro test isométrico para valorar la resistencia muscular anterior y posterior del tronco es el puente prono. El sujeto apoyado sobre los codos/ antebrazos y la punta de los pies manteniendo la alineación lumbo-pélvica, debe mantener la posición el máximo tiempo posible.

LA VALORACIÓN FUNCIONAL CENTRAL

Algunos investigadores, para evaluar la estabilidad del core proponen realizar movimientos más funcionales y parecidos a las actividades de la vida diaria o deportiva que requieran de estabilidad central para poder ser ejecutados correctamente (lanzamiento de balón medicinal, squat unipodal, …).

Algunos autores consideran que este tipo de valoraciones indirectas debería realizarse al inicio, antes de valorar cada uno de los componentes por separado (fuerza, resistencia), en el caso de superarlas sin problema, no serían necesarios.

Existen varios tests de tipo funcional que pueden ayudar a valorar indirectamente la estabilidad central., estos son algunos:

Star-excursion balance test: Es un test clínico común para valorar el equilibrio dinámico, el control neuromuscular del tronco, la pelvis y las extremidades inferiores.

Existen diferentes métodos de desarrollar el test, pero el más sencillo de llevar a cabo es el de Kinzey y Armstrong (1998). Consiste en 8 líneas cruzadas dibujadas en el suelo conformando una estrella (y en la intersección de estas se dibuja una caja donde se sitúa el individuo).  A partir de aquí, el individuo permanece en una posición estática, colocando el pie (objeto de estudio) descalzo en el centro de la estrella. Durante la ejecución del test, se le pide al sujeto que toque el punto más lejano que le sea posible con la punta del dedo (sin apoyar el peso en este pie y regresando a la posición inicial). El punto más lejano al que se llega es señalado y medida la distancia desde el centro de la caja. El test se realiza cinco veces para cada dirección y con cada pierna, descansando lo suficiente entre cada intento. Al finalizar se hace la media de los cinco intentos para cada dirección. Para ajustar el resultado a la longitud de la pierna, éste se divide por ocho veces la longitud de la pierna del sujeto y se multiplica por 100. Aunque la valoración funcional mediante este test sea común encontrarla en numerosos estudios,  no evalúa directamente estabilidad central. Pero puede valorar indirectamente el control lumbopélvico, la estabilidad de la cadera y el equilibrio.

Test de squat unipodal. Consiste en la realización de una sentadilla parcial a una pierna de 45º o 60º de flexión de rodilla. En este caso se valora la posición de la rodilla y la pelvis durante el squat. El análisis puede hacerse de forma visual (lateral o frontal o mediante instrumental que digitalice el movimiento).

Lanzamiento de balón medicinal. Existen diferentes tests desde distintas posiciones (sentado o de pie) y hacia distintas direcciones (hacia delante, hacia atrás o lateral). Estos ejercicios requieren de la fuerza y estabilidad generada a nivel del complejo lumbo-pélvico-cadera, además de la generada por las extremidades inferiores y superiores.

En relación con la valoración indirecta y funcional de la estabilidad central podemos decir que, mediante algunos sencillos test como estos, disponemos de recursos con suficiente respaldo científico para identificar una posible deficiencia de estabilidad en el complejo lumbopélvico-cadera. A pesar de no ser posible con estos test de aislar específicamente la musculatura y componente deficitario (fuerza, potencia, resistencia, propiocepción), puede ser un procedimiento previo antes de aplicar otros métodos de valoración más complejos.

Por último, concluir que es prácticamente imposible que un único test pueda valorar todos los componentes de la estabilidad central y de todos los grupos musculares que la integran. Además, decir también que debemos distinguir tests de campo de tipo dinámico que valoren la resistencia muscular mediante una única acción articular del tronco (sit-up o curl-up) con una verdadera valoración global de la capacidad estabilizadora central o del core.

BIBLIOGRAFÍA

[spoiler]Guillermo Peña, Juan Ramón Heredia Elvar, Susana Moral, Felipe Isidro Donate y Fernando Mata Ordoñez. (2012) Revisión de los Métodos de Valoración de la Estabilidad Central (Core). PubliCE Standard. g-se.com

Francisco J. Vera-García. Webinar “Métodos de valoración de la estabilidad del core: del laboratorio a los test de campo”. Laboratorio de Biomecánica y Salud. Universidad Miguel Hernández.

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