En este post voy a tratar de explicar un poco en qué consisten los TCE o traumatismos craneoencefálicos, cómo se manejan y cuáles pueden ser sus consecuencias. Como su propio nombre indica, un TCE es un traumatismo tanto directo como indirecto (por ejemplo por fuerzas de aceleración angular, como en los casos de desaceleración brusca) que puede afectar al encéfalo y sus estructuras cercanas. Este término engloba desde un pequeño golpe que nos podemos dar haciendo cualquier cosa en casa hasta los accidentes graves que se pueden producir por ejemplo en los llamados deportes de riesgo (que por algo llevan ese nombre).

En los últimos años se ha observado una disminución de su incidencia, pero su importancia radica en que son muy frecuentes en la gente joven, y suponen la primera causa de muerte en menores de 40 años. Actualmente tiene una mortalidad estimada del 36% a los 6 meses.

Todo paciente que llega o es trasladado al servicio de urgencias tras sufrir un TCE es catalogado con bajo, moderado o alto riesgo de padecer una lesión intracraneal, ya que las medidas a tomar dependen de en qué categoría se encuentren.

Para hacer una aproximación del nivel de conciencia se utiliza la Escala de coma de Glasgow, que valora tres parámetros clínicos (apertura de ojos, respuesta motora y respuesta verbal) puntuando entre un mínimo de 3 y un máximo de 15.

El nivel de conciencia es el principal factor pronóstico, definiéndose TCE leve con 14-15 puntos, moderado entre 9 y 13, y menor o igual a 8 lo califica como severo. También se tienen que vigilar los posibles cambios en la puntuación de esta escala desde el ingreso, para detectar a tiempo posibles empeoramientos.

Para entender mejor los mecanismos, hay que tener en cuenta que el cerebro está ubicado dentro del cráneo, una estructura rígida (excepto en los niño pequeños) que lo protege. Sin embargo, el hecho de que el cráneo sea una estructura inamovible es a veces causa de algunas complicaciones.  Me explico, al ser un compartimento casi cerrado, cualquier aumento de presión va a afectar directamente al tejido más “blando”, por decirlo de alguna forma, lo que hace que se comprima, o se hernie por algunos de los agujeros del cráneo, y esto va a generar ciertas complicaciones.

De todo lo que se puede producir tras un TCE, lo más llamativo, que podemos ver a simple vista en algunas ocasiones, son las fracturas craneales. No voy a entrar demasiado en la clasificación de las fracturas para no alargarme demasiado, sólo comentar un par de cosas.

Para empezar, hay que diferenciar las fracturas abiertas de las cerradas, definiéndose como fractura abierta aquella fractura lineal que está en comunicación con una aceración de la duramadre. Esto tiene mucha importancia porque en las fracturas abiertas se incrementa el riesgo de infección intracraneal.

Luego, en función de la morfología de la fractura se pueden clasificar en fractura-hundimiento, fractura compuesta, diastásica, creciente, fractura en ping-pong, fractura de la base del cráneo, etc.

La conmoción cerebral es la lesión traumática cerebral más frecuente y de menor trascendencia. Se define como una alteración del nivel de conciencia, transitoria y de duración variable, como consecuencia de un traumatismo no penetrante provocado en el cerebro. El paciente puede presentar varios síntomas, alteraciones en el comportamiento, amnesia del episodio, etc. que desaparecen en un tiempo variable y generalmente breve. No suele requerir ningún tipo de tratamiento.

El hematoma epidural (por fuera de la duramadre) es otra de las patologías que nos podemos encontrar tras un TCE. Su evolución característica es una pérdida de conciencia seguido de un periodo de lucidez (intervalo lúcido), para después deteriorarse la función neurológica rápidamente. Esto sucede porque el hematoma empieza a crecer y se produce lo que se denomina “efecto masa” que comprime las estructuras cerebrales.  En la mayoría de los casos se necesita una evacuación quirúrgica para su descompresión. Suele producirse por un desgarro de la arteria meníngea tras una fractura del hueso parietal o temporal, y se diagnostica mediante una TC craneal.

Otra complicación es el hematoma subdural, por debajo de la duramadre, que suele ser consecuencia de una hemorragia venosa. En función del tiempo que tarde en establecerse se clasifica en agudo (3 primeros días), subagudo (3 días a 3 semanas) y crónico (más de 3 semanas). El de peor pronóstico es el agudo, evoluciona muy rápido y cuenta con una morbimortalidad del 50-90% a pesar de la cirugía. El crónico suele producirse por golpes triviales, que el paciente muchas veces ni siquiera recuerda que se de en pacientes de edad avanzada y alcohólicos crónicos que ya suelen presentar cierto grado de atrofia cerebral.

Tras un TCE también pueden aparecer: contusión cerebral hemorrágica (lesiones necrótico-hemorrágicas dentro del parénquima cerebral), lesión axonal difusa (lesión primaria del parénquima cerebral en pacientes que sufren un TCE con mecanismo rotacional de aceleración-deceleración), neumoencéfalo (presencia de aire intracraneal) y otras que pueden ser más a largo plazo (infecciones tardías, fístulas, crisis epilépticas, síndrome postraumático, hidrocefalia postraumática, demencia postraumática, etc.). Cada consecuencia o secuela será tratada posteriormente con el tratamiento ajustado a cada caso.

Por último comentar la importancia de tomar las precauciones adecuadas a la hora de realizar cualquier actividad que pueda conllevar algún riesgo, porque es cierto que hay accidentes que son inevitables, pero a veces algo tan sencillo como un caso puede salvarte la vida.

Bibliografía:

Imagen 1 | hola Imagen 2 | mediguia

Revisión. Traumatismo craneoencefálico M. J. MORALES ACEDO, E. MORA GARCÍA

Neurología y neurocirugía. Manual CTO de medicina y cirugía. McGraw Hill Interamericana

Manual de consulta rápida de Urgencias. Hospital universitario de Bellvitge

3 comentarios

Te ayudamos
!No te quedes con dudas!
Héctor TarríoWhatsApp
Héctor TarríoPhone