Antes de nada decir que el título del post es un poco engañoso, aquí no encontraréis la respuesta de si os debéis operar o no, simplemente intentaré explicar en qué consiste y cuáles son las opciones que se nos ofrecen, con sus pros y sus contras. La cirugía para corregir la vista se ha popularizado en los últimos años, y no es de extrañar, porque la verdad es que la gran mayoría de la gente que se opera queda muy contenta con los resultados, sobre todo las personas que tenían las dioptrías adecuadas para recuperar su visión completamente.
Para empezar, me gustaría explicar brevemente cómo funciona nuestro ojo y por qué se producen las ametropías para así entender mejor el mecanismo de su tratamiento.
Simplificando la anatomía del ojo, éste está formado por el globo ocular, donde se albergan el resto de estructuras que hacen posible la visión. Las que nos interesan para este tema son las que conforman el dioptrio ocular o sistema de lentes del ojo, formado por la córnea y el cristalino, a través de las cuales pasa el estímulo lumínico procedente el exterior y se proyecta en la retina. La córnea se encuentra en la parte externa del ojo (es donde nos ponemos las lentillas) y el cristalino es intraocular, justo detrás del iris, que es el que determina el tamaño de la pupila con su contracción o relajación. La palabra dioptría que tanto nos suena no es más que una unidad de medida que se usa para medir la potencia de una lente, que expresa su poder de convergencia o divergencia. La córnea es la lente más potente (unas 43 dioptrías) y el cristalino tiene unas 17.
También he de explicar el término de acomodación, que es la capacidad que tiene el ojo de aumentar ligeramente su poder de refracción para ser capaz de enfocar los objetos próximos. Se consigue por medio de un aumento de grosor y convexidad del cristalino (es decir, hacerse más curvo), y se produce por la contracción del músculo que lo rodea, el músculo ciliar.
Una persona con visión normal (1/1) se denomina emétrope. Las ametropías por tanto se definen como aquellas alteraciones del ojo como sistema óptico que hacen que los rayos de luz que llegan (con el cristalino en reposo) no se focalicen exactamente en la retina, y por eso vemos borroso. La causa puede residir en una alteración en las lentes, o lo más común, un tamaño anormal del diámetro anteroposterior del globo ocular (es decir, el ojo es más largo o más corto de lo normal).
En la miopía (“ver mal de lejos”), lo que sucede es que los rayos se focalizan delante de la retina, bien porque el poder refractivo del sistema de lentes sea excesivo, o bien porque el ojo es demasiado largo; estos casos se corrigen con lentes divergentes. La hipermetropía (“ver mal de cerca”) es justamente lo contrario, la imagen se focaliza por detrás de la retina, y para su corrección se usan las lentes convergentes.
Por otro lado, el astigmatismo es algo más difícil de explicar. Se produce cuando el poder de refracción del ojo no es el mismo en todos sus meridianos, y las imágenes no se focalizan en el mismo plano. Más o menos es como si dividiéramos la córnea en varios meridianos (como el globo terráqueo) y sólo en uno de ellos la refracción fuera distinta, con su consecuente alteración al proyectarse la imagen en la retina. Suele deberse sobre todo a diferencias en la curvatura de la superficie anterior de la córnea.
Para terminar con este tema, comentar que la presbicia es la pérdida de la capacidad de acomodación porque el cristalino pierde elasticidad; se trata de un proceso fisiológico asociado al envejecimiento, y también se corrige con lentes convergentes.
¿En qué consiste la cirugía refractiva?
El objetivo de este tipo de cirugía es reenfocar las imágenes en la retina, lo que hace que la visión vuelva a ser nítida, y el método más común de conseguirlo es reformando la córnea, puesto que es la lente que tenemos más “a mano”.
Con la técnica de la keratectomía fotorreactiva (KF) se consigue la reforma de la córnea por medio del láser, que es un rayo de luz que enfocado en ciertos tejidos los destruye, de una forma muy precisa. Como la cicatrización de la córnea es muy dolorosa y molesta, se desarrolló la técnica más usada en la actualidad, que es la técnica LASIK (siglas inglesas de “keratomileusis in situ asistido por laser”), que consigue aplicar el láser Excimer sobre el tejido corneal sin dañar las células cercanas. Es válida tanto para la miopía como para la hipermetropía y el astigmatismo.
Consiste en tallar un pequeño flap en la córnea que se levanta para aplicar el láser y luego se devuelve a su posición original. Explicado de otro modo, se hace un corte en la superficie de la córnea, de modo que quede una especie de “solapa” unida por un extremo; se aplica el láser en el centro de la córnea, y después la solapa vuelve a su sitio para su cicatrización. Esta técnica suele dar buenos resultados, normalmente se hace con anestesia tópica, no requiere de hospitalización y cuenta con un margen de seguridad impensable hace unos años.
Generalmente la experiencia de los pacientes tras la operación es buena, puesto que no se siente nada ya que la anestesia va directamente en el ojo, y durante la intervención no ves lo que te están haciendo, sólo se ven luces y sombras borrosas. Además, se suele tardar poco tiempo en quirófano, unos 10-15 minutos por ojo, si no hay complicaciones.
Existen otras técnicas para corregir los defectos de refracción como la termokeratoplastia (recurre al uso del calor), la implantación de anillos corneales o el uso de un tipo de lentes de contacto que reforman la córnea. Para la gente con defectos muy grandes de refracción se suele recurrir a las lentes intraoculares (LIO), que se colocan entre el iris y el cristalino y se sumarían al dioptrio total del ojo para ayudar a enfocar.
¿Qué debo de tener en cuenta a la hora de operarme?
Lo primero de todo, obviamente, es tener claro que te quieres operar. Hay a gente que no le supone mayor problema tener que usar gafas o lentillas, y hay a otra que le molestan, que no las tolera o que simplemente está cansado de tener que depender de ellas para hacer su vida diaria. También existen ciertas profesiones, actividades o deportes que se harían mucho más cómodas prescindiendo de ellas. Entonces es cuando debes plantearte la intervención quirúrgica, porque por poco agresiva que sea, no deja de ser eso, una intervención quirúrgica con todas sus implicaciones.
Muy importante también es saber si somos candidatos a este tipo de cirugía, para lo que el médico nos realizará varias pruebas, entre ellas una paquimetría, o medida del espesor de la córnea. Esto tiene sentido porque el láser lo que hace es adelgazar la córnea en los sitios precisos dónde lo necesita, pero si la adelgazamos demasiado puede que se quede demasiado plana y ya no cumpla su función de lente correctamente. Por eso la técnica LASIK sólo es totalmente efectiva para defectos moderados (6-8 dioptrías en caso de la miopía), porque si no se correrían demasiados riesgos. Para errores refractivos más altos se suelen usar las lentes intraoculares.
No debemos olvidarnos por supuesto del gran hándicap para la mayoría de la gente que supone pagar lo que cuesta la operación, ya que la sanidad pública no cubre este tipo de tratamientos.
Las posibles complicaciones, como en cualquier operación, son el riesgo de infección, alteraciones en la cicatrización, etc. y también puede ser que disminuya la calidad de la visión, que el paciente vea halos o puntos de luz en los objetos, o defectos relacionados con el flap, que podrían hacer necesaria incluso una segunda intervención. Además, hay que tener en cuenta que es una técnica relativamente reciente y no se conocen las posibles consecuencias a largo plazo.
No obstante, esta es una técnica relativamente segura y precisa, y en la mayoría de los casos los resultados son buenos y los pacientes quedan satisfechos, ya que en un alto porcentaje se obtiene como resultado la visión perfecta.
Ya para despedirme, espero que hayáis sacado algo en limpio de este post y que os haya ayudado a aclarar vuestras ideas para poder tomar una decisión.
Bibliografía:
-Medlineplus
-Oftalmología en Atención Primaria. Joaquín F. P., Félix Jesús A. F., Sebastián F. L.
-Oftalmología. Manual CTO de Medicina y Cirugía. 7ª Edición
Imagen 1 | sumarketing Imagen 2 | datuopinion.com
Me gustaría una explicación más detallada de si es posible operarse de cataratas después de una operación para corregir la miopía. Tenía entendido que no. Y si además me comentais que desventajas tiene esta operación pues me quedo más satisfecho. Un saludo y buen artículo
Hola Gustavo! Gracias por leernos y antes de nada comentarte que estoy de vacaciones y en este momento no cuento con la bibliografía que me gustaría, pero intentaré contestarte a lo que pueda en este momento y más para adelante si quieres concretamos más.
El problema que planteas no es realmente que no te puedas operar de cataratas después, lo que creo que tiene más importancia es que se trata de realizar una cirugía sobre un ojo que está más sensible porque ya ha sido operado previamente (es hacer una herida encima de una cicatriz), esto haría que se incrementaran algunos riesgos .
La respuesta a tu pregunta es: sí, sí que se puede, porque el LASIK se da en la córnea, y en la cirugía de cataratas lo que se hace es cambiar el cristalino (que ya no es transparente) por otra lente. Inconveniente: la cirugía refractiva es relativamente reciente, y las cataratas es algo que aparece (en la mayoría de los casos) por el envejecimiento, por lo tanto de momento no hay demasiada experiencia en pacientes que se hayan tenido que operar de las dos cosas, aunque a partir de ahora cada vez habrá más.
Por otro lado, cada vez las técnicas y especialistas son mejores, hay más experiencia y los resultados son buenos en la gran mayoría de los casos, tanto en el LASIK como en la cataratas. Si te interesa de verdad operarte consúltalo bien con tu médico e infórmate, pero creo que el tema de las cataratas no es el que más te deba preocupar.
Ya para terminar de contestarte, los principales riesgos del LASIK son: infección de la córnea (porque realmente es una herida abierta), problemas de cicatrización, que incluso puedan hacer que no se puedan volver a usar lentillas, ojo seco, posibilidad de ver halos de luz alrededor de los objetos, o verlos borrosos, desarrollar mayor sensibilidad a la luz, irritación del ojo, o disminución de la agudeza visual. Algunos de ellos pueden desaparecer con el tiempo. También puede ser que tengas que empezar a usar gafas para leer un poco antes de lo normal, porque en personas no operadas miopes, esta miopía “compensa” un poco la presbicia al principio, y sin embargo si estás operado pierdes esa compensación.
Un saludo, y para cualquier duda ya sabes dónde estoy!
hola podrías decirme sin con -3 dioptrias vale la pena operarse??