El estrés es un término psicológico muy planteado en los últimos años, pero es algo que nos viene acompañando desde que el hombre es hombre. Este estado tiene lugar en situaciones en las que se requiere una mayor capacidad de rendimiento, aumentando nuestra presión arterial, tono muscular y nuestra frecuencia cardíaca y respiratoria. Esto se produce gracias a la liberación de una serie de hormonas de estrés o rendimiento, entre las que destacan la adrenalina y noradrenalina.
Hoy en día, el estrés es más psíquico que físico, ambos tipos de estrés actúan por medio de la liberación de hormonas de estrés, pero el estrés psíquico no requiere de un desempeño tan físico, como podía ser enfrentarse a situaciones de peligro, en la edad antigua por ejemplo. Esto hace que nuestros recursos energéticos (azúcares y grasas) preparados para ser utilizados, no se eliminen por completo y esto lleva a un estado crónico de alarma, o que puede tener consecuencias para nuestra salud.
Existen dos tipos de estrés: el estrés bueno (éxito, amor, buenas noticias… y también el esfuerzo profesional considerado útil) y el malo o distrés (cargas, tensiones o situaciones desagradables).
La interpretación del estrés como algo “bueno” o “malo” también va a depender de la valoración subjetiva de cada individuo, ya que la sensibilidad frente a factores estresantes no es la misma para todo el mundo.
El distrés crónico, como dijimos anteriormente, puede tener consecuencias para nuestra salud. Como resultado de no aprovechar la energía puesta a nuestra disposición, los niveles de azúcar y grasas se mantienen elevados en sangre al igual que la presión arterial, esto puede traer como resultado problemas de arterioesclerosis (calcificación de los vasos sanguíneos), riesgo de trombosis, infarto de miocardio y apoplejía, o también otro tipo de problemas como formación de caries y predisposición a las infecciones. Además de esto, a nivel psicológico tiene grandes consecuencias, como insomnio, pérdida del apetito, irritabilidad, movimientos involuntarios, tensión muscular, entre otros.
La actividad física como medio para combatir el estrés
La práctica de actividad física hace que se normalice la secreción hormonal lo que conlleva que los niveles de azúcar y grasas en sangres altos vuelvan a bajar, así como la presión arterial. Por lo tanto, esto contribuye a la mejora de los síntomas de estrés.
Numerosos estudios científicos corroboran los beneficios de la actividad física frente al estrés:
– Kobasa, Maddi y Puccetti (1982) plantean la actividad física como medida protectora frente acontecimientos estresantes, reduciendo la reactividad del organismo.
– En un estudio llevado a cabo por Tucker, Cole y Friedman (1986), concluyen que el ejercicio amortigua el estrés, fortifica el cuerpo e incrementa el carácter.
– Otros estudios concluyen que los individuos con una buena condición física aeróbica utilizan técnicas de enfrentamiento más efectivas contra el estrés.
– En el estudio llevado a cabo por Remor E. y Pérez-Llantada Rueda MªC. individuos activos físicamente presentaron menores niveles de estrés, menor frecuencia e intensidad de síntomas de malestar físico en comparación con individuos inactivos.
– Estudios como los de Brown; Siegel (1988) y Roth; Holmes (1985) indican que el ejercicio (con el consecuente aumento de la aptitud física por parte del individuo) se trata de un medio valioso para luchar contra el estrés.
Dicho esto, a la hora de realizar actividad física, no todos los deportes son adecuados. Se deben evitar deportes con un alto grado de concentración que conllevan un alto grado de tensión interna como el tenis o el tenis de mesa. Al tratarse de deportes en los que el fallo forma parte del juego, puede provocar irritabilidad, lo que dependerá también de la persona. La clave está en divertirse practicándolo dejando el rendimiento a un lado.
La elección de un deporte u otro varía en función de la personalidad de la persona, algunos preferirán deportes de equipo (lo que permitirá establecer contacto con otras personas) y otros querrán una práctica de carácter más solitario que les permita reflexionar, como salir a correr, senderismo, nadar, montar en bici…
La elección también va a depender del tipo de profesión que tenga cada uno, si es un trabajo en el que se está siempre sólo, será mejor orientarse hacia la práctica de deportes de equipo, pero si se trata de un trabajo que conlleva estar en contacto con gente permanentemente, será mejor practicar un deporte de resistencia de carácter solitario.
Por último, decir que algunos autores sostienen que para que el ejercicio sea efectivo este tiene que tener las siguientes características: aeróbico, libre de competición, predecible y repetitivo.
BIBLIOGRAFÍA
[spoiler]Weineck. (2001). “Salud, ejercicio y deporte”. Ed. Paidotribo
Brown, Jonathon D.; Siegel, Judith M. (1988). “Exercise as a buffer of life stress: A prospective study of adolescent health.” Health Psychology, Vol 7(4), 341-353.
Roth and Holmes. (1985). “Influence of physical fitness in determining the impact of stressful life events on physical and psychologic health.” Psychosomatic Medicine March 1, vol. 47 no. 2 164-173.
Márquez. (1995). “Beneficios psicológicos de la actividad física” Rev. De Psicol. Gral. Y Aplic., 48 (1), 185-206.
Remor , Pérez-Llantada Rueda. (2007). “La Relación entre Niveles de la Actividad Física y la Experiencia de Estrés y de Síntomas de Malestar Físico”. Revista Interamericana de Psicología/Interamerican Journal of Psychology , Vol. 41, Num. 3 pp. 313-322
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