Una herramienta fundamental en la rehabilitación es la propiocepción. Implementarla en tiempo y forma adecuada, es decir, progresivamente, será fundamental para no estancarse en cualquier tratamiento.

La propiocepción es una conexión entre la actividad del sistema osteo-mio-articular y el cerebro. Nos permite conocer la posición de nuestros miembros y de la cabeza en el espacio y saber como se están moviendo, aun cuando no estemos mirándolos. De esta manera se pueden realizar actividades de manera automática sin tener que mirarlas. Por ejemplo, un tenista fija su mirada en la pelota y con la vista periférica en su rival, pero nunca se mira la mano con la que toma la raqueta. Esta capacidad del cuerpo se logra a través de receptores llamados propioceptores. Estos elementos se sitúan en los músculos, tendones y articulaciones. Las principales victimas de la lesiones deportivas. [propiocepción]

Los propioceptores, se clasifican de acuerdo a ubicación. Los que se encuentran en los músculos, se denominan Husos Musculares. Estos registran los cambios de longitud de la fibras musculares y de este modo se relajan o contraen de acuerdo a la necesidad. Una exagerada extensión de tronco durante el gesto de remate en voleibol produce, de inmediato gracias a este receptor, un contracción de los abdominales para evitar su desgarro. Cuando el estiramiento es excesivo el desgarro es inevitable. Del mismo modo funcionan los receptores situados en los tendones, llamados órganos Tendinosos de Golgi, controla la tensión excesiva de este tejido.

En las articulación se sitúan receptores que reaccionan a diferentes estímulos. Corpúsculos de Rufunni y de Pacini son los encargados de actuar frente a cualquier agresión que reciba la articulación. El mecanismo de defensa que adopta el organismo es la inhibición refleja de la musculatura periférica.

Esta capacidad del organismo también permite determinar el esfuerzo muscular necesario para realizar una determinada tarea. De este modo, en aquellos deportes que se practican con elemento, los deportistas administran la fuerza necesaria en relación a la forma y el peso del objeto para usarlo apropiadamente. De acuerdo al peso de la pelota y la distancia un jugador sabe que fuerza usar para que el balón logre un determinado recorrido.

Ahora bien, la relación que existe entre los conceptos recién plasmados y la rehabilitación de lesiones se puede explicar del siguiente modo. Cada vez que el organismo es agredido en cualquier tejido de los anteriormente nombrados (músculos, tendones y complejo articular) mediante la información receptada por los propioceptores, el cerebro inmediatamente protege la zona dañada. Disminuye su movilidad con recursos como la hipersensibilidad (el umbral doloroso desciende para que el dolor sirva para que el deportista no utilice esa región), la cantidad de estímulos contráctiles hacia la musculatura disminuyen evitando el desplazamiento de los segmentos comprometidos. 

Así, cuando nos encontramos con una lesión, a medida que queramos progresar en el tratamiento, debemos enviar un importante caudal de información propioceptiva desde la zona perjudicada al cerebro. Esto se logra con trabajos específicos.

Los tipos de información propioceptiva son muy variables. Movilidad de la región, descarga de peso, equilibrio, etc. Básicamente es necesario, poner en funcionamiento la anatomía dañada. Estimularla de diferentes modos y dejar que el organismo comience a responder normalmente. Así estaremos comunicando al cerebro del estado de la articulación, evitando la protección excesiva. Una persona muchas veces cojea sin dolor pero lo hace sin darse cuenta. Esto es falta de propiocepción en muchos casos. El sistema nervioso protege una articulación que se encuentra en buen estado sin necesidad.

El ejemplo mas común de trabajos propioceptivos especifico seria en una rehabilitación de tobillo. Descargar unipodalmente el peso sobre el miembro lesionado sobre superficies inestables de todo tipo. Esto con dificultad progresiva nos permitirá fortalecer la musculatura periférica sin la inhibición enviada por los centros nerviosos superiores.

Esto es un gran ejemplo de como usar los recursos del propio cuerpo en nuestro beneficio. La ausencia de este tipo de trabajo retardaría o conduciría al fracaso cualquier tipo de tratamiento. Cada terapeuta tendrá su propio estilo de trabajo, su propio protocolo de rehabilitación. Pero siempre debe incluir de modo indispensable la propiocepción.

Bibliografia:

Gerard J. Tortora. Principios de anatomia fisiologica 11º edicion.

Isaías Loyber, Funciones motoras del sistema nervioso.

Imagen 1: http://www.fisioterapiavalencia.es/

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